Del closet sacó el traje, el cual no tiene que ser costoso, pero sí bien cortado, en armonía con la camisa; sumemos una corbata de moño, un buen reloj más un par de cómodos y lustrosos zapatos. Es la imagen más satisfactoria que Christian encuentra esta mañana en su espejo.

En su agenda está anotado su estudio trimestral: química sanguínea y medición de testosterona en sangre. También está señalada la visita de cada veintiún días a la Clínica Especializada Condesa donde recibirá su inyección de la preciada hormona que se administra puntualmente desde hace más de dos años. Tiene además anotada su revisión periódica de citología en útero y mastografía.

Cada expresión de su rostro es segura, mientras recuerda un poema que escribió hace poco y lo declama disfrutando el tono grave de su voz. Sus músculos son fuertes. Su cabello está cambiando y quizá lo pierda, pero eso no le importa. Son daños colaterales de la transformación que bien valen la pena. Es una perdida más entre muchas otras que se viven a lo largo del proceso.  

Ahora perecen lejanos los recuerdos cuando había que cumplir con la normativa para esperar la aceptación de familia, amigos, compañeros de escuela o trabajo. Todos ellos formaban una estructura rígida de la cual no podía salir porque entonces sería rechazado. 

Hoy que ya no vive con sus padres piensa que sin duda la independencia económica ha cambiado el marco de su proceso. Ahora comienza a escuchar con más frecuencia “oye, estas cambiando”…“se me dificulta decirte Christian, porque, pues eres Anita”…“¿qué? tu mamá no tenía solo un hijo y tres hijas”…“o eres su hija-hijo”… hay muchas situaciones de las que ahora se ríe pero sabe que al principio fue muy fuerte. Esto le enseñó que nadie tiene que aceptar algo por complacer a otros y menos si esto lo lleva a someterse. 

A la distancia esta el cumplir con roles impuestos por la sociedad de acuerdo a sus genitales, a un nombre que no eligió, a bailables escolares que muchas veces rechazó. ¨Sólo recuerdo un logro cuando pude convencer a mi padre de mi practica en Taekwondo donde alcancé la cinta roja¨. Lo cual le dio momentos de seguridad. ¨Pero eran en realidad todas las otras experiencias las que formaron piezas de mi antigua depresión¨. 

Christian asegura que mientras cambia, gana y pierde. Recorres el closet lo ordenas y descubres que aún tiene pantaletas, bras y una faja. Ya las miras ajenas a su cuerpo y a su tiempo. Piensa que es algo súper fuerte porque como mujer le educaron para que fuera cuidadosa con sus opiniones o su expresión. Ahora, como hombre, entiende perfecto la libertad de expresarse sin temor sobre lo que quiere o necesita.

Está seguro que esta sensación es consecuencia de un trabajo muy importante sobre su autoestima, sus límites y las experiencias que afortunadamente pude aprender en cabeza ajena más todo el apoyo que recibió en Casa de los Afectos, donde la maestra y psicóloga Tony Mejía lo rodeo de material y talleres que formaron parte de su ordenado closet. 

 

  ¨MAMÁ, PAPÁ, TE INVITÓ UN CAFÉ PARA DECIRTE QUE SOY UN HOMBRE TRANS¨

 

Como hombre trans también se ha enfrentado a momentos muy complicados, porque ahora invade el terreno de los hombres con pene, quienes se sienten agredidos. A veces se queda mirando a la nada fijamente, como buscando un refugio de aquel recuerdo de cuando fue agredido sexualmente por tres hombres.

Tenía poco tiempo en su tratamiento hormonal y los cambios no eran tan notorios como ahora. De pronto lo sometieron tres hombres y abusaron de él. Después se enteraría que se trataba de un grupo que identificaban personas trans en la Ciudad de México a través de redes sociales, las seguían, las golpeaban, y las violaban. Sí denuncie y buscó ayuda profesional y médica. Recibió una profilaxis especial de acuerdo a su dosis de testosterona, que la doctora Mitzi Zaira Fong Ponce, endocrinóloga de la Clínica Especializada Condesa, le administró. Por supuesto, nunca dejó su terapia y ni el apoyo de su grupo que jamás lo suelta.

Al final sabe que el trabajo es constante. Por ejemplo, ahora ya no le causa conflicto ir a orinar en baños públicos. Sí, orinar es ese duro momento de decir a qué baño entraría, si al de hombres o al de mujeres. Por suerte, existen herramientas especiales además del blinder como prótesis flexibles o articuladas, y ropa interior especial y muchas otras cosas. 

Llegar a buscar herramientas especiales para hombres trans es un lujo, pero también es resultado de ordenar el estante en su closet. Aquel en donde está la salud mental y la salud física. Toma muy en serio su salud emocional, porque sabe que esto de “las hormonitas” no es un juego. Los cambios son importantes y el acompañamiento de especialistas verdaderamente involucrados como Tony Mejía, quien no sólo es mujer trans, sino que por su capacidad y experiencia sabe conducir los estadios de universo de la transición. 

Existen muy pocos espacios confiables para que los hombres trans se diviertan, sanen e incluso para que encontrar trabajo. Pero Christian se sabe afortunado. A él le va mejor como hombre trans que como mujer debido al mayor valor que le dan las personas a los hombres. Él sabe esto muy bien, pues viene del otro lado del clóset.

Cuando era niño le tomaba una corbata roja con bolitas blancas a su papá y en sus zapatos impecables andaba chancleando por toda la casa. Esa imagen aún le da felicidad. Le recuerda que no es cómo se tiene que ver uno o cómo le tienen que nombrar, es cómo se reconoce.

Dra Mitzi Zaira Fong Ponce, endocrinóloga de la Clínica Especializada Condesa   [email protected] 

AHF México

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